Para averiguar cómo es una persona,
lo primero que hay que hacer al entrar en su casa es:
a) husmear en su biblioteca.
b) en su frigorífico.
c) en su botiquín.
d) en el armario de los condimentos.
*Respuesta correcta: d)
Ejemplo práctico.
Él abre el armario y se le cae algo
encima. Es un bote lleno de granos de pimienta
negra. Mira a la mujer con asombro.
-¿Qué esto?
Señala las estanterías repletas de
tarros, recipientes de plástico, cajitas. Ella se pregunta si se refiere a los
ramilletes secos que ocupan la mitad del espacio.
-El orégano
lo traje de Sicilia, de un mercado callejero. El tomillo, del monte junto a mi pueblo, una tarde que fui con la
bici. La hierbabuena...
-No me habías dicho que eras de un
pueblo. ¿De qué pueblo?
Ella cambia rápidamente de tema.
-Aquello es alemán, sí, el bote de
colorines. Gewürz-Jodsalz de la
marca Ostmann. Lo compré en Berlín el verano pasado. Alquilé un apartamento en
Schönhauser Allee, iba a clases de alemán por la mañana y comía ensaladas con
queso danés y especias italianas al mediodía.
-¿Y todo esto?
-Ah, eso fue, bueno, un novio creativo
que tuve... Aceite de sésamo y salsa de soja.
Se encoge de hombros. Él estira la mano y
agita una cajita metálica.
-Ahí dentro, vainilla y clavo,
llegaron de un viaje a Marraquech. También traje ámbar y almizcle y los
puse en el cajón de la ropa interior. Luego siempre me decían que olía como a
una bailarina de la danza del vientre así que acabé deshaciéndome de ellos.
-¿Quién te lo decía?- Ella hace un gesto
vago con la mano, hombres, así en general, quiere decir. Él la escudriña con
desconfianza sosteniendo un bote amarillo, ¿han pasado muchos hombres, así en
general, por aquí? Pero no dice nada, agita el bote enérgicamente- ¿Esto está
escrito en griego?
-Bueno, sí, del novio creativo... ground
coriander –lee parte de la etiqueta que está en inglés- ¿cómo se dice
en español?
-Ni idea. ¿Y qué se hace con ello?
-Lo puedes echar a la crema de zanahoria.
-Ya. Ginger –proclama él con retintín-. ¿También para la crema de zanahoria?
-Bueno, para el pollo al curry, para el té...
-Para las galletas, galletas de gengibre
como en Los Cinco. No me digas más.
¿Y haces emparedados de mermelada de grosella?
Ella nota que se está poniendo nerviosa.
Es la primera vez que lo invita a su piso, pero la cosa se tuerce.
-Mira, ¡tengo especias españolas! –exclama
llena de buenas intenciones. Y va colocando sobre la encimera un tarro de pimentón picante de la Vera, otro de
hojas de laurel, también hay una bolsa de ñoras
secas y otra de guindillas. Él se
frota los párpados. Estornuda. Una capa de polvillo luminoso flota sobre la
encimera.
-Pero ¿dónde está la dichosa sal?
-¿La quieres yodada? ¿la quieres fina o
gruesa?
-Joder, sal. ¡SAL!