“Desde el inicio de la crisis, en los últimos cinco años, 10.000
personas han cometido suicidio en Grecia. Es la población de una ciudad entera,
de una ciudad que ha sido borrada del mapa. Uno de ellos era mi hijo”.
Theodoros
Giannaros es el director del hospital público ateniense Elpis desde 2010. Theodoros,
con un polo blanco, sentado en la mesa de su despacho atestado de papeles, mira
a la cámara y habla con serenidad. Su hijo se tiró a las vías del metro en la
estación de la Acrópolis cuando lo despidieron de su trabajo.
No puedo
ser objetiva con Grecia. No puedo ser objetiva con un país de la Unión Europea al que se
trata, dentro de esa misma UE, como si fuera un país-paria. Pero ¿qué ha hecho
Grecia para merecer esto? Derrochar. Sí. Escaquearse del pago de impuestos. Sí.
(Actos todos que me recuerdan a otras naciones mediterráneas). Remozar el país
para las Olimpiadas endeudándose. Sí. ¿Con quién? Con Alemania. Ah.
Ah.
Klar. Genau.
Resulta
que conozco la mentalidad alemana y que conozco la mentalidad griega. Que he
vivido / convivido con ambas mentalidades.
Y que son
irre... conocibles.
Irre en alemán significa loco. Puede ser:
para los alemanes los griegos son un pueblo encantador con unas islas
deliciosas, que te abren sus casas, sus tabernas, te regalan productos de la
huerta, mantienen las tradiciones, tienen unos popes de lo más exóticos con
luengas barbas e iconos rodeados de velas, mares impolutos y más de mil islas adonde
irse de vacaciones es como entrar en un retablo intacto desde la edad media. Gott, ist es nicht schön?
Sí, es
hermoso.
-Pero yo
no me fiaría de ellos, monetariamente hablando, ya me entiendes –me confía un
financiero alemán que pasa los veranos en la isla de Tilos, en el Dodecaneso.
Estamos
en una taberna al borde del mar, donde los pescadores traen en furgoneta sus
capturas del día. Los tomates vienen de las huertas del pueblo. El dueño habla
tres idiomas, porque ha vivido en Alemania y en Reino Unido. Da conversación,
invita a un Ouzo y la cuenta está por debajo de los estándares de cualquier
país del norte de Europa. Los turistas se van satisfechos y cuando regresan a
Düsseldorf, votan a Angela Merkel y protestan porque creen (falsamente) que los
alemanes pagan todas las deudas en la UE, sobre todo las de Grecia.
Irreconocibles.
Entonces
lo entiendo, lo que está sucediendo. Entiendo que cuando la UE pone al país al
borde cometer un suicidio masivo (subir el IVA al 28%, lo que acabaría con su
ahora principal fuente de ingresos, el turismo; bajar aún más las pensiones;
recortar, recortar y recortar), el presidente Alexis Tsipras se plante y diga: que lo
decida el pueblo en un referéndum (que es un reto para la UE).
Lo
entiendo. No tiene nada que ver con ser de izquierdas o de derechas. Pura
supervivencia.
Y es un
entendimiento irracional. Pero lo entiendo. Una huida hacia adelante: Europa,
no nos querías, pues nos largamos.
¿Estaremos
peor que hasta ahora si nos vamos de Europa?, cavilan los griegos (al menos los
que yo conozco).
Nadie lo
sabe. Ulises se lanza al mar embravecido.
Lo
entiendo.
Lo
entiendo.
Entiendo
cuando Theodoros Giannaros después de hablar de su hijo muerto concluye: “Solo
puedo decir que me avergüenzo de ser europeo”.
http://greece.greekreporter.com/2015/06/12/head-of-greek-hospital-gives-emotional-interview-on-suicides/
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